domingo, 4 de diciembre de 2016

11.- "El Diario de Ana Frank"

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Ana Frank (Google images)

Te preguntarás ¿quién es Ana Frank? Quizá hayas conocido parte de su historia a través de películas, resúmenes, libros, documentales, pláticas, etcétera.

Ana Frank nació en Fráncfort del Meno (estado federado de Hesse, Alemania) el 12 de junio de 1929 y pierde la vida en un campo de concentración nazi en Bergen-Belsen (estado federado de la Baja Sajonia, Alemania), en marzo de 1945.

Su vida transcurría con normalidad hasta el momento en que se iniciaron las acciones represivas (situémonos en los conflictos generados durante la Segunda Guerra Mundial) en contra de la población judía que habitaba en Alemania, debido a que Ana era descendiente de padres judíos. En este momento de su vida, es cuando se traslada toda la familia a Ámsterdam, Holanda y permanecen en un escondrijo que ella le llamó en su diario "Anexo de atrás" y en el que vivió durante poco más de dos años.

Después de ser descubiertos en el escondite, toda la familia es enviada a diversos campos de concentración y Anna al de Bergen-Belsen, lugar en donde enferma de tuberculosis que finalmente le habría de costar la vida a escasos dos meses de finalizar el conflicto armado mundial y ella con apenas quince años de edad, o sea, en plena adolescencia.

En el "Diario de Ana Frank" nos encontramos con un testimonio de primera mano de una gran observadora de la vida quien platica sobre la difícil situación que prevalecía en esos tiempos en los que falta de todo: alimentos, agua, ropa e incluso los más elementales bienes y servicios que en aquel entonces se disfrutaban en la Europa de los años cuarenta del siglo pasado hasta antes de la guerra.

La narración es sumamente atractiva, fresca a momentos, inquietante en otros más, pero todas y cada una de las palabras escritas por Ana, en general, nos dan un panorama intenso de la Europa abatida por la guerra, la muerte y las penurias humanas.

La guerra y sus consecuencias castigaban muy duramente a toda la población de las grandes urbes y especialmente a los judíos quienes eran perseguidos, debido al odio y la represión que ejercía el nazismo. Toda la comunidad judía era oprimida y existen testimonios en donde se da a conocer las atrocidades cometidas en contra de esa comunidad en la cual se evidencia, incluso, las formas más sistemáticas, terribles e inhumanas que los nazis idearon a lo largo del conflicto bélico para acabarlos. Estas acciones genocidas costaron la vida de más de seis millones de judíos entre niños, adolescentes, adultos y viejos. 

Conozcamos, pues, las alegrías, penas y sinsabores que nos muestran a una Ana Frank fuerte, valiente, llena de vitalidad, feliz a pesar de todas las vicisitudes y los miedos que conoció ella y su familia durante su cautiverio voluntario.  

Recuerda que las respuestas a las tres preguntas que te hago, son con la idea de enviarlas al correo electrónico angello.206.m@gmail.com para publicarlas en futuras entradas en este blog.

1.- ¿Cuántos integrantes tenía la familia de Ana Frank y cuáles eran sus nombres?
2.- Ana Frank dirige sus comentarios a una amiga imaginaria ¿qué nombre tiene esa amiga?
3.- Ana Frank reflexiona respecto de sus calificaciones. ¿Qué reflexiones expresa a ese respecto?

Ahora si, sin más, es momento de conocer la memoria escrita de Ana Frank para así vivir, disfrutar e incluso sufrir a través de sus letras.

martes, 22 de noviembre de 2016

10.- "La vida de Pi", del escritor canadiense Yann Martel

¡Hola mis queridos lectores!

Imaginen naufragar en cualquiera de los mares u océanos que circundan nuestro planeta Tierra. Ahora imaginen viajar con animales salvajes y que todos ellos van a bordo de una pequeña embarcación en la que nos encontramos a ¿salvo? Y algo más para el imaginario: nos encontramos con agua suficiente para algunos días, pero el calor es intenso y la mar hace lo suyo al deshidratarnos hasta casi la muerte.

Si les atrae las aventuras y, especialmente las de la mar, esta lectura será la delicia de todos ustedes, ya que nos habla de un hindú que, por avatares de la vida y tras de diversas situaciones, se embarca junto a su familia y viaja en un gran barco. En dicho barco, también se encuentran una serie de animales de todo tipo, los cuales son trasladados para poder entregarlos a zoológicos. Pero algo ocurre y el naufragio no se hace esperar y se pierden muchas vidas humanas y animales. Es entonces que nuestro personaje, Pi, nos narra una gran aventura en la que participan él y un tigre de Bengala y sobreviven a una terrible experiencia durante 227 días de ir a la deriva, sin alimentos, con escasa dotación de agua para todo el tiempo de estar en la mar, así como sin comunicación con otros seres vivos más que aquellos que proveen de comida para el tigre.

Esta lectura, la cual fue rechazada cinco veces por el mismo número de editoriales, obtuvo varios premios, pero lo más importante lo es, sin lugar a dudas, el que a los lectores ávidos de buenas lecturas nos sorprendan con cada una de las aventuras que viven Pi y el tigre, que dicho sea de paso, tiene nombre.

Nuestra lectura fue publicada en el año 2001 y para el año 2012 se filmó una interesante película, la cual no supera el imaginar las diversas aventuras vividas tanto por Pi como por el gran tigre de Bengala que lo acompaña.

No pierdan más tiempo y sumérjanse en las profundidades de la lectura y sólo espero no naufraguen en la idea de leer hasta la culminación de la novela que les presento en esta ocasión y que en el formato de 6X6 pueden hacerlo rápidamente y sin molestar a sus venerados ojos.

Las preguntas son:

1.- ¿De dónde es originario Pi y porqué se llama así?
2.- ¿En que continentes y países se desarrolla la historia?
3.- ¿De qué religión es Pi y a cuáles se convierte y porqué?

Pues sin más preámbulo, aquí les dejo la liga:

http://assets.espapdf.com/b/Yann%20Martel/La%20vida%20de%20Pi%20(3156)/La%20vida%20de%20Pi%20-%20Yann%20Martel.pdf

lunes, 7 de noviembre de 2016

9.- "EL PERIQUILLO SARNIENTO" de José Joaquín Fernández de Lizardi.

"Fernández de Lizardi no escribió para doctores borlados (¿has visto una ceremonia de investidura en la Universidad Nacional Autónoma de México? El rector, los directores, los eméritos y los miembros de la Junta de Gobierno llevan un birrete cuadrado de donde caen borlas de estambre con los colores de su especialidad). En esta obra asistimos al paso de la oralidad a la escritura, porque la mayoría de la población de México era analfabeta. ¿Escribir para un pueblo analfabeto? ¡Sí que estaba loco! No, sólo un poco chiflado. Pagaba a la imprenta la edición de sus páginas (rigurosamente censurada por la autoridad civil y eclesiástica) con un título atractivo para los pobres; por ejemplo, ¿Si vestieran de huehuenche al señor emperador?, título de uno de sus folletos (dio a la prensa más de trescientos), impreso durante los preparativos para elevar al trono a Agustín de Iturbide que, ya con su traje de gala, el cetro y la corona, se nombró Agustín I. El voceo de los vendedores llamaba la atención sobre la oferta; alguien gastaba, ese día, unas monedas en las hojas de “papel” que se pregonaban; estaban impresas en la cantidad exacta para el tiempo de la reunión entre amigos o de enrollar un cigarro (Lizardi narra que prohibieron la lectura de sus palabras subversivas en una fábrica cigarrera). Uno (o varios) era (n) el (los) encargado(s) de leer aquel capítulo de sus novelas (cuatro) entregadas en la forma de folletín; leía en diferentes tonos de voz, según lo ameritaba el personaje ficticio descrito; los demás escuchaban atentamente, reían, lloraban y festinaban los acudidos de El Pensador. Henos, pues, con una manera de pasar el tiempo que forjó a unos analfabetos mucho más cultos (valga la paradoja) que los que miran hipnotizados tres horas de telecomedias o de series hollywoodenses. Éste es un libro de consejos. Januario, uno de los personajes, afirma que hacia 1816 los bigotes ya no se usaban, y menos deambular por estas tierras de Dios aconsejando, mensaje que ya le había dado Sancho Panza a su amo Don Quijote, que andaba rutas enteras para predicar sobre las prácticas sociales que harían un mundo mejor. La peculiaridad de El Periquillo… es que el narrador ficticio se desdobla en quien relata la anécdota, agente de aventuras antisociales que tuvieron un final desastroso, y de un padre que trata de hacer un México mejor."

Nota: tomado del libro en pdf que en esta ocasión se presenta para su lectura. El resaltado y subrayado en negro es por parte del autor de este blog.

José Joaquín Fernández de Lizardi, apodado el Pensador Mexicano (así se nombraba uno de sus ocho periódicos que fundo) nace en lo que hoy se conoce como la Ciudad de México y que en aquel entonces (15 de noviembre de 1776) era conocida como la capital del Virreinato Colonial de la Nueva España. Fernández de Lizardi tuvo oportunidad de estudiar hasta el bachillerato, el cual queda inconcluso debido a la muerte de su padre, médico de profesión. Estas situaciones y diversas más que le acontecen, lo obligan a buscar otra manera de allegarse de recursos económicos y es cuando inicia su carrera literaria en 1808.

Para 1810, una vez iniciada la llamada Independencia de México, Lizardi se ve envuelto en una serie de situaciones que lo involucran a la vez con los insurgentes que hacia las autoridades virreinales. Es detenido, se le juzga y es absuelto, pero esta y otras acciones más (que observa con ojo crítico) y el conocer a los principales teóricos educativos lo llevan a escribir su obra mas importante, jocosa y reconocida de toda su narrativa, precisamente: EL PERIQUILLO SARNIENTO.

En toda su obra se observa a un Fernández de Lizardi crítico, puntilloso, con un gran acervo tanto culto y muy pulcro como alegre y lleno de dicharachería. El conocer las diversas formas de comunicación que el común de las personas de esa época tenían, es, quizá, la parte más importante de su profusa obra. Fernández de Lizardi fallece en la pobreza absoluta en el año de 1827, a los cincuenta años de edad.

Disfrutemos pues de nuestro divertido, emblemático y muy didáctico Periquillo Sarniento, quien, estoy seguro, será la delicia de chicos y grandes. No olvides registrar tu participación y da respuesta a las siguientes tres preguntas:

1.- ¿Quién es el Periquillo Sarniento?
2.- ¿Dónde nace y se desarrolla este personaje?
3.- ¿Cuál de todas las aventuras de este personaje es la que más te atrae? Explica el porqué y escribe un breve comentario (a manera de resumen) de la aventura que te interesó.

Sin más, sumerjámonos en la obra que ya cumplió más de doscientos años de ser publicada.

http://www.inehrm.gob.mx/work/models/inehrm/Resource/438/1/images/periquillo.pdf

lunes, 31 de octubre de 2016

8.- "EL LIBRO DE LA SELVA" de Rudyard Kipling.

Las colinas de Seeonee, Padre Lobo y Madre Loba, Tabaqui, Pueblo de los Chacales, el Gran Shere Khan, Baloo, Mowli.  Todo lo anterior forma parte de los lugares y personajes que se presentan en esta gran lectura, misma que te recomiendo.

En "El Libro de la Selva", se viven situaciones muy extrañas, como esa en la que se dice que un niño platica con los seres salvajes que habitan la selva. Pero no sólo eso, ahí también se baila, canta, se ponen de acuerdo, tratan de cumplir con sus códigos de conducta y, en fin, se vive de una manera tan diferente como la ¿conocemos? Pero sí, es "El Libro de la Selva" que nos traslada a un mundo maravilloso, sorprendente, lleno de magia, alegrías y sinsabores en donde los animales que lo habitan buscan mejorar individual y colectivamente; sin embargo, el Gran Shere Khan, con su poderosa y feroz imagen de tigre de Bengala, quiere dominar la selva y a todos sus habitantes y por mas esfuerzos que el conjunto de animalillos realizan, es misión casi imposible el tener paz y felicidad. Es cuando surge Mowli, un ser humano que parece en discordancia en el entorno "salvaje" y organizado de la selva, pero que con su inteligencia habrá de llevar lo más anhelado por todos los animales: paz.

"El Libro de la Selva" es un conjunto de cuentos que su autor realizó y publicó en formato de revistas entre los años 1893 y 1894; estas publicaciones tuvieron mucho éxito debido a que las descripciones de los lugares son muy detalladas y las ideas que se plasman son planteamientos morales. Los conflictos y soluciones presentados en esta lectura nos dan una idea de actualidad, a pesar del tiempo transcurrido desde su publicación (hace poco más de 100 años) y de la supuesta modernidad en la que el ser humano vive o ¿muere?

Adentrémonos en nuestro cuento y disfrutemos también del formato que les estamos presentando en esta ocasión, el cual es de seis pulgadas, mismo que permite visualizarlo a través de dispositivos electrónicos tales como celulares, tabletas y kindle. El beneficio añadido es que aún y cuando son muchas las páginas, el número de líneas se reduce notablemente en virtud del tamaño de la letra. Lo anterior evita el cansancio visual y se disfruta más la lectura.

No esperemos más, accede por medio de la liga que te estamos ofreciendo y no olvides enviarnos mensaje con las respuestas a las tres sencillas preguntas que te estamos dando a conocer:

1.- ¿Quienes adoptaron a Mowli desde que perdiera a sus padres y se quedara hüerfano? Explica tu respuesta.
2.- ¿Cuál es el conflicto principal entre el Gran Shere Khan y Mowli? ¿Porqué crees que se da ese conflicto? Argumenta tus respuestas.
3.- ¿Qué parte es la que más te agradó de la lectura?  Comenta ampliamente tu respuesta.

http://www.ataun.net/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Rudyard%20Kipling/El%20libro%20de%20la%20selva.pdf




jueves, 13 de octubre de 2016

7.- "El diablo de los números" de Hans Magnus Enzensberger

¡Los saludo con el gusto de siempre, queridos lectores y lectoras!

¿Quién no ha sufrido los embates de un huracán endemoniado llamado matemáticas? ¿Cuántas noches en vela hemos pasado todos aquellos que no comprendemos bien a bien algún tema relacionado a círculos, triángulos, ángulos, etc.?

Pues bien, en esta sugerencia de lectura semanal nos vamos a encontrar con un sinfín de situaciones divertidas que nos harán comprender cada vez mejor el fascinante mundo de las matemáticas, siendo acompañados por Robert y un travieso diablillo de los números que le propone, durante doce noches, cómo saber y qué saber de las matemáticas, con actividades que incluso pueden parecer absurdas pero que no lo son y que, además, son mucho muy científicas.

Del autor, puedo decirles que es poeta y ensayista alemán, nacido en 1929, que estudio Literatura y Filosofía. Que parte de sus actividades laborales han sido la de redactor de radioprogramas en Stuttgart, Alemania y que ejerció la docencia hasta el año de 1957. Del "Diablo de los números" les comento que está dirigido a todos aquellos que temen acercarse a las matemáticas (niños, jóvenes o adultos) y que el tratamiento de estos temas se dan de manera amena y divertida y que al final de cada capítulo se plantean sencillos problemas que, estoy seguro, habrán de resolver gracias a las habilidades y pensamiento matemáticos adquiridos a través de esta lectura.

Definitivamente, el diablo se convierte en un gran docente puesto que influye en el protagonista de la historia y no sólo en él, si no también en todos aquellos a los que llega esta pedagógica lectura.

Pues no hagamos esperar más a este sorprendente "Diablo de los números" y demos clic en la siguiente liga para que, en un dos por tres nos adentremos a su lectura, no olvidemos las preguntas que en cada ocasión les pido dar respuesta.

1.- ¿Cómo se llama el Diablo de los números? Tiene un nombre y aparece en la lectura.
2.- ¿De qué forma el Diablo de los números hace interesantes las matemáticas?
3.- ¿Que te agrado de esta lectura y como la puedes utilizar en tus estudios?


jueves, 6 de octubre de 2016

6.- "ECCE HOMO", Leyenda colonial.

¡Hola animosos lectores!

En esta ocasión, les presento una muy importante colección de Mitos y Leyendas mexicanas, las cuales, estoy seguro, serán la delicia de ustedes, de sus amigos, familiares y demás personas con quienes platiquen y les hagan saber de sus intereses respecto del misterio que envuelven a cada uno de los personajes o historias de las que en alguna ocasión hemos escuchado hablar.

Pues bien, los Mitos y Leyendas Mexicanas que en este repositorio les estamos dando a conocer, son tan antiguos como los acontecimientos de los que se rodean. Hay algunos conocidos y otros no tanto, pero todos en conjunto dan pormenor de historias que tienen algo de verdad y mucho de misterio y dudas, las cuales pueden ser despejadas por ahí de las doce de la noche en un recóndito y oscuro lugar. Te recomendamos te cubras bien y te cuides de los ladrones que suelen salir a esas horas. Quizá sea mejor que te metas debajo de tu cama y ruegues por que no se aparezca el alma perdida de un ser que esté purgando alguna condena, pero mejor fíjate en las arañas que no les gusta ser molestadas y que suelen hacer sus telarañas en las partes más apartadas de la escoba y el sacudidor.

Demos pues oportunidad a la lectura y no olvidemos nuestras tres preguntas con referencia al texto que hoy proponemos "ECCE HOMO, Leyenda Colonial"...

1.- En la lectura se refiere a un lugar muy conocido en la capital mexicana: la Alameda Central. ¿Conoces este hermoso paseo? ¿Dónde se ubica? Describe este espacio público.

2.- La Nao de China es otra referencia histórica que se conoce de la lectura. ¿Qué tipo de transporte es este? ¿Qué productos traían?

3.- ¿Te ha gustado el repositorio que se está promoviendo? Explica tu respuesta.

No olvides que toda comunicación puede ser dirigida al correo electrónico angello.206.m@gmail.com, así mismo las respuestas a las diversas preguntas que hemos elaborado.

Pues ¡a disfrutar de la lectura!



jueves, 29 de septiembre de 2016

5.- "La mulata de Córdoba" Leyenda popular



¡HOLA A TODOS NUESTROS QUERIDOS LECTORES!

En esta ocasión, les estamos presentando una de las leyendas más conocidas (y tradicionales) que dan sabor a todas aquellas narraciones en las que sentimos miedo al escucharlas; nuestros queridos abuelos, cuando nos las cuentan, disfrutan vernos llenos de pavor y esto sucede cada vez que están cercanos los festejos del Día de Muertos o en cualquier oportunidad cuando nos sentamos con ellos en esas agradables tardes o noches familiares.


Fuera de todo miedo, las leyendas son relatos en los que se narra como real un suceso extraordinario y surgen para explicar lo inexplicable o el origen de un personaje que será importante en un relato legendario. Para darle ese tono de realidad, estos relatos se sitúan en lugares y tiempos precisos, se pueden basar en hechos reales, pero son modificados de tal manera que surja el misterio y, por supuesto, junto a la imaginación como factor principal. Es aquí en donde nuestros viejecitos nos dan cátedra de cómo mantener la atención de los niños y adultos.


Disfruta, junto a tus abuelitos, de esta narración y te reconvenimos a no salir a altas horas de la noche, no sea que... una de esas leyendas se haga realidad y te veas en aprietos corriendo despavorido por las calles de la ciudad.


Sin más, da clic en la siguiente liga...ah! el formato del texto y las imágenes son muy sencillos, así que lo puedes leer también con tus hermanitos y primitos y les puedes preguntar lo siguiente...

1.- ¿Qué otro sentimiento te producen las leyendas? Explica tu respuesta.
2.- ¿Has escuchado alguna situación real y actual que se convierta en una especie de leyenda? Coméntanos al respecto.
3.- ¿Qué otras leyendas has escuchado o leído?

Recuerda que las mejores respuestas serán publicadas en este blog y/o en nuestro Periódico matutino "ESTADO DE VERACRUZ".

http://www.mitos-mexicanos.com/veracruz/la-mulata-de-cordoba.html

viernes, 23 de septiembre de 2016

4.- "El señor de las moscas" de William Golding

¡Hola, queridos lectores!

Ahora te estoy presentando esta interesante lectura del autor inglés William Golding, quien después de haber sido rechazada su obra, tuvo la oportunidad de presentarla en otra editorial y de ahí se encumbró como uno de los novelistas más atrevidos para su época. Además, se destacó como poeta aunque esta faceta no se le ha reconocido tanto. 

En "El señor de las moscas", el autor nos retrata las intrépidas situaciones que un grupo de adolescentes ingleses viven en una isla abandonada, sin personas adultas que les digan que hacer o cómo comportarse; en un principio existe control y orden, sin embargo, al paso de los días y las semanas, los educados jóvenes se transforman en seres irreconocibles e irreconciliables entre los dos grupos en los que se dividen. Y de ahí, una serie de circunstancias que los hace pelear y....

Mejor te invito a disfrutar de la lectura, estoy seguro que la habrás de disfrutar en compañía de tus seres queridos y al final, te invito a dar respuesta a las siguientes preguntas:

1.- ¿Hay perdida de valores entre los grupos rivales? Explica tu respuesta.

2.- ¿Cómo sería la vida en la ciudad si no hubiese reglas que cumplir? Amplía tu respuesta con ejemplos que pienses nos hagan reflexionar al respecto.

https://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&sqi=2&ved=0ahUKEwjJusqL5qXPAhUDND4KHYsnC9YQFggbMAA&url=https%3A%2F%2Fzoonpolitikonmx.files.wordpress.com%2F2014%2F10%2Fgolding_smoscas.pdf&usg=AFQjCNGYpfQTKg-lJ8f9-bGMcMLJL9wYVw&sig2=-sV9w2w35NECPY-C6Vm6KA&bvm=bv.133700528,d.cWw&cad=rja

jueves, 15 de septiembre de 2016

3.- "Gil Gómez, Insurgente" novela histórica de Juan Díaz Covarrubias

BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA DE JUAN DÍAZ COVARRUBIAS:  (Adaptado de:  http://ebiblioteca.org/?/ver/37429  enlace de bibliotecas digitales)

La lucha por la independencia de México, iniciada por Miguel Hidalgo y Costilla el 15 de septiembre de 1810, tuvo continuidad en los combates entre liberales y conservadores y, como una forma de expresar los acontecimientos (a pesar del tiempo transcurrido), poetas y narradores se dieron a la tarea de escribir sobre la conflagración y sus graves consecuencias.

Dentro de la literatura sobre la Independencia destaca la novela “Gil Gómez, el Insurgente”, de Juan Díaz Covarrubias (Xalapa, Veracruz, 27 de diciembre de 1837 - Tacubaya, Distrito Federal, 11 de abril de 1859), quien fue escritor y poeta mexicano de ideología liberal. Covarrubias estudiaba medicina y prestaba socorro urgente a los heridos del general liberal Santos Degollado cuando fue apresado y mandado a fusilar en inmediaciones de lo que hoy se conoce como Tacubaya.

Díaz Covarrubias fue discípulo de Ignacio Ramírez y de Ignacio Manuel Altamirano, así como amigo del joven abogado Manuel Mateos, quien fue otro de los mártires de Tacubaya y hermano del famoso escritor Juan A Mateos. Este último relató así la muerte de Díaz Covarrubias, quien tras ser fusilado se pudo saber que las balas no lo mataron, por lo que “…agonizante, fue arrojado sobre un montón de cadáveres, algunas horas después aún respiraba… ¡Entonces lo acabaron de matar, destrozándole el cráneo con las culatas de los fusiles!”. A raíz de su asesinato, Manuel Acuña lo llamó el Poeta Mártir.
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Recuerda que al final de la lectura, como en cada ocasión ocurre, inserto tres preguntas que te pido respondas y envíes al correo electrónico angello.206.m@gmail.com  para seleccionar la mejor e insertarla en esta sección e incluso en el Periódico Matutino "ESTADO DE VERACRUZ".  ¡Participa! Espero tus comentarios

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¡Disfruten la lectura!

Capítulo IV
Donde se da a conocer el pasado de Gil Gómez

Antes de pasar adelante, es necesario que el lector haga un conocimiento más perfecto que el que ahora tiene con el joven Gil Gómez. Una tarde en que don Esteban volvía a la hacienda, que hacía poco tiempo había arrendado, después de haber faltado de ella quince días, empleados en un viaje a Veracruz para el arreglo de la exportación a Tampico de un poco de tabaco, lo primero con que lo recibieron sus criados fue con la nueva de que esa mañana se había encontrado debajo de uno de los árboles de la huerta una cuna que contenía a un niño, de un año poco más o menos, y un papel que nadie había leído aún, esperando la vuelta del hacendado. Don Esteban se hizo conducir al lugar donde provisoriamente se había colocado la cuna, y encontró en ella un niño de la edad designada; pero lo que más conmovió el corazón del honrado arrendatario fue el ver que su hijo Fernando, entonces de la edad de dos años y medio solamente, hacía caricias y sonreía al recién llegado, que con esa dulce ignorancia del presente y confianza de la niñez se había dormido profundamente.
Los criados pusieron en sus manos el papel que se había encontrado en la cuna; lo abrió y leyó las siguientes palabras:

«Señor: » El niño que ahora se coloca en vuestras manos, confiando en la bondad de vuestro corazón, es hijo de la desdicha y no del crimen.
»Su padre ha muerto antes que él naciera, y su infeliz madre ha venido casi arrastrándose desde los confines de Yucatán para amparar a su inocente hijo en la casa de un pariente acomodado en Oaxaca; pero la desgracia la persigue en todo, y ayer ha sabido que ese pariente ha muerto repentinamente.
»Ella acaso morirá también muy pronto, pero será con el consuelo de haber dejado a su hijo bajo el paternal amparo de un hombre tan caritativo como vos.
»El niño no ha podido ser bautizado aún».

El honrado don Esteban se alegró verdaderamente de este incidente, que traía un compañero a su hijo Fernando. Hizo venir a una nodriza que se encargase de la crianza y cuidado del niño, y éste fue bautizado solemnemente, dándosele el nombre de Gil por el día en que había sido encontrado, y don Esteban no vaciló un momento en hacerle llevar su nombre de familia.

El niño creció y se desarrolló rápidamente; a la edad de dos años ya parecía un muchacho de cuatro, según su estatura y la facilidad con que corría por los largos corredores de la hacienda en compañía de Fernando, que como hemos dicho era un año mayor que él.

Nada parecía haber heredado de la tristeza que el infortunio había dejado en el corazón de sus padres, pues por el contrario era vivo, alegre, bullicioso; era, en la extensión de la palabra, lo que se llama generalmente «un muchacho travieso», una «piel de Barrabás», «un Judas». Aunque su inteligencia era naturalmente despejada, sin embargo, desde un principio pareció poco apto para el estudio; el estudio del silabario y las primeras letras, que desde la edad de cuatro años seguía con Fernando, bajo la dirección del anciano maestro de escuela de San Roque, que venía todos los días a la hacienda; y no era porque dejase de comprender las lecciones que éste le enseñaba; nada de eso, sino que en vez de estudiar gustaba más de correr detrás de las mariposas en las huertas, de jugar revolcándose en el suelo con los perros de la hacienda, que ya le conocían, de seguir a los vaqueros al campo para ver la ordeña o la encerrada del ganado, de lazar a los cerdos en el chiquero, de arrojar piedras a los frutos maduros que estaban fuera de su alcance, y de cantar y armar gresca todo el día.

Eso sí, le bastaban sólo diez minutos para aprender lo que Fernando había conseguido en media hora de trabajo, y por eso el buen cura de San Roque, al ver la prontitud con que comprendía desde luego lo que se le explicaba, y su admirable memoria, decía sonriendo aquel antiguo proverbio latino:

Nolo sed possum, si voluisse potuisse.

Así es que a la edad de diez años, mientras que Fernando leía perfectamente, escribía con corrección, poseía los primeros principios de matemáticas y lo más notable de la historia sagrada y profana, Gil Gómez, habiendo perdido su tiempo, leía tan cancaneado, deletreando tan a menudo, equivocándose con tanta frecuencia, que era casi imposible entenderle; no era menos con respecto a la puntuación, de la cual tenía ideas tan imperfectas que creía se debía hacer una pausa después de las palabras que tenían acento, y cargar la pronunciación en la letra donde había coma.

Sus planas eran un arlequín, un álbum de historia natural; aquellos signos parecían todos los objetos de la creación, árboles, casas, hombres, y no las letras del abecedario; y no era por torpeza, sino que ni ponía atención a la muestra donde copiaba; además, casi siempre derramaba la tinta sobre la plana, que entonces se hacía más ininteligible, y esto le ocasionaba algunos castigos y reprimendas del bueno y prudente maestro de escuela. En cuanto a la aritmética, hacía números 1 que parecían 9, 2 que parecían 4, y 5 que difícilmente se distinguían de un 8; creía que 4 por 4 eran 8, 6 por 6 12, y que los ceros a la izquierda valían 10. No estaba muy fuerte tampoco en la historia, y respondía con mucho despejo a las preguntas que se le hacían, diciendo que Noé había sido rey de las Galias cuando éstas fueron invadidas por Moisés, y que Nerón, en compañía de Judas, Goliat y la Samaritana, eran los únicos que se habían salvado del diluvio con que Dios castigó el orgullo de los israelitas; pero en cambio, a los doce años Gil Gómez ganaba las carreras a pie y a caballo que se solían apostar algunos domingos, en el gran corral de la hacienda, entre los mozos; montaba a los becerros grandes sólo pasando a su lomo una cuerda; trepaba a los árboles más elevados para coger nidos de esos pájaros de vivos y primorosos colores que tanto abundan en esas regiones; ponía trampas en los bosques a los conejos y las ardillas, y aun alguna vez desaparecía un día entero de la hacienda, volviendo ya al caer la tarde con un saco de red al hombro cargado de peces, a quienes echaba el anzuelo en un sitio en que el río, bastante profundo, los traía en abundancia, pero situado a más de una legua del pueblo.

Estas travesuras, estas excursiones, le ocasionaban grandes reprimendas de don Esteban; pero el regaño pasaba pronto y, en cambio, Gil Gómez en la noche hacía en el portal que estaba delante de la casa, o en los corredores, una lumbrada como las que había visto hacer en los bosques a los pastores y a los arrieros, y allí condimentaba de mil maneras los productos de su cacería o de su pesca, reservando, antes de comer, la mejor parte a Fernando, que aunque generalmente andaba y corría junto a él, no siempre se atrevía, por temor de causar cuidado y pena a su padre, a acompañarle en tan largas y peligrosas excursiones.

Hasta aquí no hemos hecho más que la relación de las travesuras y malas cualidades de Gil Gómez, pero nada hemos dicho de sus buenos instintos y de sus nobles sentimientos. Ninguna ruin pasión había encontrado hasta allí acogida en su alma; no era ni envidioso, como es tan común que lo sean todos los niños de esa edad, ni vengativo, ni apegado al interés, ni adulador con sus mayores, defectos que son igualmente generales en la infancia; por el contrario, Gil Gómez se contentaba con lo que se le daba y lo recibía sin murmurar, sin comparar si era inferior a lo de Fernando, sin enorgullecerse si era superior; una travesura o una mala partida que le hiciesen los demás muchachos de la hacienda o del pueblo, entre los cuales tenía por otra parte una gran popularidad, la pagaba con la indiferencia o con una buena acción; era muy poco apegado al dinero, y del que solía recibir de don Esteban, reservaba una pequeña parte para sus gastos menores, tales como recomposición de sus redes, honorarios al herrero de San Roque por la compostura de su escopeta, por la hechura de anzuelos, por clavos, municiones y pólvora; regalando el resto a los demás muchachos o distribuyéndolo a los pobres, tales como el baldado que se ponía todos los domingos en el cementerio de la iglesia, la ciega que venía en las mañanas a pedir limosna a la hacienda, o el viejo soldado cojo que tocaba la vihuela y refería escenas de batallas, o reservando su pan cuando carecía de reales. En las riñas y cuestiones de los demás muchachos, él era siempre llamado como juez, tomando siempre la parte del que tenía más justicia, o en igualdad de circunstancias del débil contra el fuerte; los contendientes se mostraban generalmente contentos de su fallo, pero si alguna vez un rebelde desconocía a la autoridad o se desmandaba en palabras injuriosas contra su representante, entonces el juez, dejando a un lado la gravedad del magistrado, se convertía en ejecutor de la ley, arrancando de las manos del rebelde litigante el objeto causa de la riña, y pasando de las razones a las obras, aplicaba una dolorosa corrección al mal ciudadano, que se levantaba del suelo lloroso pero convencido.

Gil Gómez ponía en todos estos actos tal sello de grandeza, aplicaba el castigo con tanta sangre fría, sin encolerizarse, sin que los insultos lo hiciesen parcial, sin humillar al vencido, que éste no se creía con derecho para odiar a un vencedor tan magnánimo, y al reconocer en él la superioridad que dan la fuerza y la justicia, acababa por ser su mejor amigo.

Pero entre los nobles sentimientos que se albergaban en el corazón de Gil Gómez había uno mil veces más desarrollado que los demás; era un amor entrañable, una adhesión profunda a Fernando, su compañero de infancia, su hermano querido. Un deseo de éste era para Gil Gómez una orden impuesta por él; asimismo no había placer completo si Fernando no participaba de él; no podía vivir un momento separado de él; en las excursiones que ambos hacían algunas veces con peligro de una caída, Gil Gómez temía por la seguridad del joven y velaba por ella como lo haría una madre con un hijo pequeño. Por otra parte, estaba pródigamente recompensado, pues Fernando le amaba con el mismo cariño; desde la infancia ambos habían dormido en un mismo lecho, habían participado de las mismas alegrías o pesares de niños, habían llevado unos mismos vestidos, iguales juguetes; si uno era tímido, estudioso y naturalmente melancólico desde niño, si el otro era travieso, alborotador y alegre, ambos tenían iguales buenos sentimientos.

Gil Gómez, hijo privilegiado de la naturaleza, seguía en todo las leyes de ésta. Se levantaba al rayar el día, cuando en la hacienda todo el mundo dormía aún; tomaba el desayuno, que consistía en una enorme taza de leche, al aire libre, entre los vaqueros ordeñadores y las vacas que llenaban el patio de la hacienda, y la mayor parte de la mañana la pasaba en compañía de Fernando, ya en excursiones a pie o a caballo a las cercanías, ya en sus juegos en la huerta; distribuía él mismo el maíz y el grano a las palomas y demás animales domésticos, que estaban tan acostumbrados a su vista que luego que se presentaba en el patio destinado para ellos corrían a él, y le rodeaban sin desconfianza; estaba muy al tanto de los animales muertos o nacidos el día anterior, recogía los huevos y vigilaba a las gallinas encluecadas, eliminando del resto de sus compañeras a las que estaban afectadas de algunas de las enfermedades que él conocía ser contagiosas, y que distinguía perfectamente bien. Sabía el número existente de vacas de ordeña, de becerros, de bueyes para el arado, de caballos, de perros, de palomas, que había en la hacienda, dando siempre importantes noticias de todo esto a don Esteban y al mismo administrador; conocía todos los animales dañinos a los plantíos de tabaco y maíz y el modo de destruirlos o librarse de ellos, las horas en que éstos acostumbraban caer sobre las siembras para hacer sus estragos; entre los infinitos ruidos que pueblan el aire, sabía distinguir el grito del águila, del gavilán y de todas las aves que giran en derredor de los sembrados; de manera que, advertido de la proximidad de éstos y conociendo los plantíos objeto de su codicia, corría a ocultarse entre ellos, con su escopeta y correspondiente provisión de pólvora y municiones, causando graves estragos sobre las bandadas de tordos y haciendo importantes capturas de algunas aves grandes y de variados colores; en la era distinguía sobre la tierra las huellas de los conejos, de las liebres, de los topos y de las ardillas; disecaba todos estos animales perfectamente, de manera que su cuartito parecía un gabinete de historia natural, un museo zoológico; había allí, en efecto, desde el águila caudal, cuya pupila atrevida parece formada para graduar a su antojo la intensidad de los rayos solares, hasta el ligero y gracioso colibrí, el pájaro o galán de las rosas; desde el gavilán de corvo pico, terror de las palomas, hasta la tortolilla y el rojo cardenal, sorprendidos en su nido al nacer. Pocos libros, muchos instrumentos de herrero, carpintero y disecador, algunas redes descompuestas o en recomposición, anzuelos, municiones, pólvora, ese pêle-mêle que indica los hábitos y las inclinaciones del hombre; he aquí el conjunto del cuartito de Gil Gómez.

Hasta las doce, diez minutos antes de la llegada del maestro, solía Gil Gómez, cuando solía, leer precipitadamente la lección señalada, o hacer su borroneada plana, para cumplir con los mandatos de aquél, y durante la hora que duraba la lección en todo pensaba menos en atender a la explicación, cansadísima generalmente y siempre poco inteligible.

A la una en punto se comía en la hacienda, y Gil Gómez se deleitaba profundamente viendo que casi todo lo que se servía era producto de la misma hacienda, desde la carne hasta el fríjol y las verduras de la huerta; es decir, había en él una eterna admiración a los objetos maravillosos y provechosos de la creación; cada una de sus palabras era un himno al Autor de la naturaleza; su alegría nunca se había turbado; amado por don Esteban y Fernando, popular entre los criados, libre a su antojo, teniendo todo lo necesario, el cielo de su vida no se había enlutado con las nubes del dolor, a pesar de que ya había llegado a la adolescencia. Solamente un día en que el maestro, al ver que no sabía una lección atrasada de una semana, le dijo por estimularle:

-Pues, ciertamente, no sé en qué piensas con no querer aprender. Don Esteban puede morir de un día a otro, y tú, siendo huérfano, nada posees. Entonces ya no tendrás quien te mantenga.


-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

¡Hasta aquí! Sin embargo, te invitamos a que, por medio de internet, explores y conozcas la obra completa de este autor poco conocido. Ahora...¡las tres preguntas!

1.- ¿Que similitudes hay entre Gil Gómez y un estudiante que poco aprovecha sus estudios y el tiempo para prepararse para la vida?

2.- Gil Gómez disfruta de su apacible vida adolescente y del espacio en que vive, ¿qué opinas de la vida que lleva el protagonista en esta interesante e importante etapa de su vida?

3.- Te invitamos a seguir leyendo más novelas históricas ¿conoces a otros autores? Dinos quienes son.

viernes, 9 de septiembre de 2016

2.- "¡Diles que no me maten!" de Juan Rulfo.

Uno de los grandes maestros de la narrativa mexicana es, sin duda, Juan Rulfo, cuya obra ("El llano en llamas") destaca por su profusa, simple e interesante forma de abordar los temas del campo y las complejas relaciones de sus protagonistas. La obra de este autor, tan breve como intensa, ocupa un lugar muy destacado en el boom de los escritores hispanoamericanos en los años 60 del siglo pasado.


Disfrutemos este cuento que, estamos seguros, será del gusto de ustedes, tanto por las descripciones como por el manejo del lenguaje que cada personaje tiene y que nos sorprende ya que a veces es suave, sereno y ensoñador y otras muy duro y sin cortapisas.


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¡Diles que no me maten!

[Cuento - Texto completo.]
Juan Rulfo

-¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.
-No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.
-Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios.
-No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no quiero volver allá.
-Anda otra vez. Solamente otra vez, a ver qué consigues.
-No. No tengo ganas de eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.
-Anda, Justino. Diles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso diles.
Justino apretó los dientes y movió la cabeza diciendo:
-No.
Y siguió sacudiendo la cabeza durante mucho rato.
Justino se levantó de la pila de piedras en que estaba sentado y caminó hasta la puerta del corral. Luego se dio vuelta para decir:
-Voy, pues. Pero si de perdida me afusilan a mí también, ¿quién cuidará de mi mujer y de los hijos?
-La Providencia, Justino. Ella se encargará de ellos. Ocúpate de ir allá y ver qué cosas haces por mí. Eso es lo que urge.
Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de vivir. Ahora que sabía bien a bien que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado. Quién le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, tan rancio, tan enterrado como creía que estaba. Aquel asunto de cuando tuvo que matar a don Lupe. No nada más por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba:
Don Lupe Terreros, el dueño de la Puerta de Piedra, por más señas su compadre. Al que él, Juvencio Nava, tuvo que matar por eso; por ser el dueño de la Puerta de Piedra y que, siendo también su compadre, le negó el pasto para sus animales.
Primero se aguantó por puro compromiso. Pero después, cuando la sequía, en que vio cómo se le morían uno tras otro sus animales hostigados por el hambre y que su compadre don Lupe seguía negándole la yerba de sus potreros, entonces fue cuando se puso a romper la cerca y a arrear la bola de animales flacos hasta las paraneras para que se hartaran de comer. Y eso no le había gustado a don Lupe, que mandó tapar otra vez la cerca para que él, Juvencio Nava, le volviera a abrir otra vez el agujero. Así, de día se tapaba el agujero y de noche se volvía a abrir, mientras el ganado estaba allí, siempre pegado a la cerca, siempre esperando; aquel ganado suyo que antes nomás se vivía oliendo el pasto sin poder probarlo.
Y él y don Lupe alegaban y volvían a alegar sin llegar a ponerse de acuerdo. Hasta que una vez don Lupe le dijo:
-Mira, Juvencio, otro animal más que metas al potrero y te lo mato.
Y él contestó:
-Mire, don Lupe, yo no tengo la culpa de que los animales busquen su acomodo. Ellos son inocentes. Ahí se lo haiga si me los mata.
“Y me mató un novillo.
“Esto pasó hace treinta y cinco años, por marzo, porque ya en abril andaba yo en el monte, corriendo del exhorto. No me valieron ni las diez vacas que le di al juez, ni el embargo de mi casa para pagarle la salida de la cárcel. Todavía después, se pagaron con lo que quedaba nomás por no perseguirme, aunque de todos modos me perseguían. Por eso me vine a vivir junto con mi hijo a este otro terrenito que yo tenía y que se nombra Palo de Venado. Y mi hijo creció y se casó con la nuera Ignacia y tuvo ya ocho hijos. Así que la cosa ya va para viejo, y según eso debería estar olvidada. Pero, según eso, no lo está.
“Yo entonces calculé que con unos cien pesos quedaba arreglado todo. El difunto don Lupe era solo, solamente con su mujer y los dos muchachitos todavía de a gatas. Y la viuda pronto murió también dizque de pena. Y a los muchachitos se los llevaron lejos, donde unos parientes. Así que, por parte de ellos, no había que tener miedo.
“Pero los demás se atuvieron a que yo andaba exhortado y enjuiciado para asustarme y seguir robándome. Cada vez que llegaba alguien al pueblo me avisaban:
“-Por ahí andan unos fureños, Juvencio.
“Y yo echaba pal monte, entreverándome entre los madroños y pasándome los días comiendo verdolagas. A veces tenía que salir a la media noche, como si me fueran correteando los perros. Eso duró toda la vida . No fue un año ni dos. Fue toda la vida.”
Y ahora habían ido por él, cuando no esperaba ya a nadie, confiado en el olvido en que lo tenía la gente; creyendo que al menos sus últimos días los pasaría tranquilos. “Al menos esto -pensó- conseguiré con estar viejo. Me dejarán en paz”.
Se había dado a esta esperanza por entero. Por eso era que le costaba trabajo imaginar morir así, de repente, a estas alturas de su vida, después de tanto pelear para librarse de la muerte; de haberse pasado su mejor tiempo tirando de un lado para otro arrastrado por los sobresaltos y cuando su cuerpo había acabado por ser un puro pellejo correoso curtido por los malos días en que tuvo que andar escondiéndose de todos.
Por si acaso, ¿no había dejado hasta que se le fuera su mujer? Aquel día en que amaneció con la nueva de que su mujer se le había ido, ni siquiera le pasó por la cabeza la intención de salir a buscarla. Dejó que se fuera sin indagar para nada ni con quién ni para dónde, con tal de no bajar al pueblo. Dejó que se le fuera como se le había ido todo lo demás, sin meter las manos. Ya lo único que le quedaba para cuidar era la vida, y ésta la conservaría a como diera lugar. No podía dejar que lo mataran. No podía. Mucho menos ahora.
Pero para eso lo habían traído de allá, de Palo de Venado. No necesitaron amarrarlo para que los siguiera. Él anduvo solo, únicamente maniatado por el miedo. Ellos se dieron cuenta de que no podía correr con aquel cuerpo viejo, con aquellas piernas flacas como sicuas secas, acalambradas por el miedo de morir. Porque a eso iba. A morir. Se lo dijeron.
Desde entonces lo supo. Comenzó a sentir esa comezón en el estómago que le llegaba de pronto siempre que veía de cerca la muerte y que le sacaba el ansia por los ojos, y que le hinchaba la boca con aquellos buches de agua agria que tenía que tragarse sin querer. Y esa cosa que le hacía los pies pesados mientras su cabeza se le ablandaba y el corazón le pegaba con todas sus fuerzas en las costillas. No, no podía acostumbrarse a la idea de que lo mataran.
Tenía que haber alguna esperanza. En algún lugar podría aún quedar alguna esperanza. Tal vez ellos se hubieran equivocado. Quizá buscaban a otro Juvencio Nava y no al Juvencio Nava que era él.
Caminó entre aquellos hombres en silencio, con los brazos caídos. La madrugada era oscura, sin estrellas. El viento soplaba despacio, se llevaba la tierra seca y traía más, llena de ese olor como de orines que tiene el polvo de los caminos.
Sus ojos, que se habían apeñuscado con los años, venían viendo la tierra, aquí, debajo de sus pies, a pesar de la oscuridad. Allí en la tierra estaba toda su vida. Sesenta años de vivir sobre de ella, de encerrarla entre sus manos, de haberla probado como se prueba el sabor de la carne. Se vino largo rato desmenuzándola con los ojos, saboreando cada pedazo como si fuera el último, sabiendo casi que sería el último.
Luego, como queriendo decir algo, miraba a los hombres que iban junto a él. Iba a decirles que lo soltaran, que lo dejaran que se fuera: “Yo no le he hecho daño a nadie, muchachos”, iba a decirles, pero se quedaba callado. “Más adelantito se los diré”, pensaba. Y sólo los veía. Podía hasta imaginar que eran sus amigos; pero no quería hacerlo. No lo eran. No sabía quiénes eran. Los veía a su lado ladeándose y agachándose de vez en cuando para ver por dónde seguía el camino.
Los había visto por primera vez al pardear de la tarde, en esa hora desteñida en que todo parece chamuscado. Habían atravesado los surcos pisando la milpa tierna. Y él había bajado a eso: a decirles que allí estaba comenzando a crecer la milpa. Pero ellos no se detuvieron.
Los había visto con tiempo. Siempre tuvo la suerte de ver con tiempo todo. Pudo haberse escondido, caminar unas cuantas horas por el cerro mientras ellos se iban y después volver a bajar. Al fin y al cabo la milpa no se lograría de ningún modo. Ya era tiempo de que hubieran venido las aguas y las aguas no aparecían y la milpa comenzaba a marchitarse. No tardaría en estar seca del todo.
Así que ni valía la pena de haber bajado; haberse metido entre aquellos hombres como en un agujero, para ya no volver a salir.
Y ahora seguía junto a ellos, aguantándose las ganas de decirles que lo soltaran. No les veía la cara; sólo veía los bultos que se repegaban o se separaban de él. De manera que cuando se puso a hablar, no supo si lo habían oído. Dijo:
-Yo nunca le he hecho daño a nadie -eso dijo. Pero nada cambió. Ninguno de los bultos pareció darse cuenta. Las caras no se volvieron a verlo. Siguieron igual, como si hubieran venido dormidos.
Entonces pensó que no tenía nada más que decir, que tendría que buscar la esperanza en algún otro lado. Dejó caer otra vez los brazos y entró en las primeras casas del pueblo en medio de aquellos cuatro hombres oscurecidos por el color negro de la noche.
-Mi coronel, aquí está el hombre.
Se habían detenido delante del boquete de la puerta. Él, con el sombrero en la mano, por respeto, esperando ver salir a alguien. Pero sólo salió la voz:
-¿Cuál hombre? -preguntaron.
-El de Palo de Venado, mi coronel. El que usted nos mandó a traer.
-Pregúntale que si ha vivido alguna vez en Alima -volvió a decir la voz de allá adentro.
-¡Ey, tú! ¿Que si has habitado en Alima? -repitió la pregunta el sargento que estaba frente a él.
-Sí. Dile al coronel que de allá mismo soy. Y que allí he vivido hasta hace poco.
-Pregúntale que si conoció a Guadalupe Terreros.
-Que dizque si conociste a Guadalupe Terreros.
-¿A don Lupe? Sí. Dile que sí lo conocí. Ya murió.
Entonces la voz de allá adentro cambió de tono:
-Ya sé que murió -dijo-. Y siguió hablando como si platicara con alguien allá, al otro lado de la pared de carrizos:
-Guadalupe Terreros era mi padre. Cuando crecí y lo busqué me dijeron que estaba muerto. Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta. Con nosotros, eso pasó.
“Luego supe que lo habían matado a machetazos, clavándole después una pica de buey en el estómago. Me contaron que duró más de dos días perdido y que, cuando lo encontraron tirado en un arroyo, todavía estaba agonizando y pidiendo el encargo de que le cuidaran a su familia.
“Esto, con el tiempo, parece olvidarse. Uno trata de olvidarlo. Lo que no se olvida es llegar a saber que el que hizo aquello está aún vivo, alimentando su alma podrida con la ilusión de la vida eterna. No podría perdonar a ése, aunque no lo conozco; pero el hecho de que se haya puesto en el lugar donde yo sé que está, me da ánimos para acabar con él. No puedo perdonarle que siga viviendo. No debía haber nacido nunca”.
Desde acá, desde fuera, se oyó bien claro cuando dijo. Después ordenó:
-¡Llévenselo y amárrenlo un rato, para que padezca, y luego fusílenlo!
-¡Mírame, coronel! -pidió él-. Ya no valgo nada. No tardaré en morirme solito, derrengado de viejo. ¡No me mates…!
-¡Llévenselo! -volvió a decir la voz de adentro.
-…Ya he pagado, coronel. He pagado muchas veces. Todo me lo quitaron. Me castigaron de muchos modos. Me he pasado cosa de cuarenta años escondido como un apestado, siempre con el pálpito de que en cualquier rato me matarían. No merezco morir así, coronel. Déjame que, al menos, el Señor me perdone. ¡No me mates! ¡Diles que no me maten!.
Estaba allí, como si lo hubieran golpeado, sacudiendo su sombrero contra la tierra. Gritando.
En seguida la voz de allá adentro dijo:
-Amárrenlo y denle algo de beber hasta que se emborrache para que no le duelan los tiros.
Ahora, por fin, se había apaciguado. Estaba allí arrinconado al pie del horcón. Había venido su hijo Justino y su hijo Justino se había ido y había vuelto y ahora otra vez venía.
Lo echó encima del burro. Lo apretaló bien apretado al aparejo para que no se fuese a caer por el camino. Le metió su cabeza dentro de un costal para que no diera mala impresión. Y luego le hizo pelos al burro y se fueron, arrebiatados, de prisa, para llegar a Palo de Venado todavía con tiempo para arreglar el velorio del difunto.
-Tu nuera y los nietos te extrañarán -iba diciéndole-. Te mirarán a la cara y creerán que no eres tú. Se les afigurará que te ha comido el coyote cuando te vean con esa cara tan llena de boquetes por tanto tiro de gracia como te dieron.
FIN




Te invitamos a participar: dando respuesta a las preguntas y enviándolas al correo electrónico angello.206.m@gmail.com para seleccionar la mejor y publicarla en esta sección. Las preguntas son:

1.- ¿Qué opinas de las descripciones y del panorama general que se plantea en este cuento?

2.- ¿Consideras que Juvencio Nava debía seguir viviendo? Explica tus razones.

3.- ¿Qué es la narrativa, como género literario?

martes, 6 de septiembre de 2016

1.- "Amistad" de B. Traven.

¡Hola alumnos, padres de familia, docentes!

Les saludo con gusto y les invito a leer el siguiente título:   

AMISTAD, de B. Traven 

 y cuya trama nos lleva por los senderos, a veces conocidos, otras veces imperceptibles y unas más ignorados, de los vínculos que puede existir entre los animales (en esta entrega se habla de un perro) y un ser humano (el francés monsieur René).

Es necesario aclarar que la lectura no aparece en las primeras páginas, lo cual es delicioso y muy interesante, ya que nos permite otros textos del mismo autor.  Es necesario realicen la descarga del pdf para que puedan leer el título sugerido.

También, les envío unas preguntas las cuales espero contesten y remitan a la siguiente dirección electrónica (registren nombre completo del alumno, grado que cursa y grupo, así como nombre del padre o tutor, en la respuesta a enviar. La idea es conocerles y nombrarles como participantes activos de nuestro Blog):


angello_206_m@hotmail.com

¿Les gustó la lectura?
¿Que final les gustaría compartir?
¿Qué lecturas recomiendan insertemos como sugerencia de ustedes?

Sin más preámbulo, ¡a disfrutar de la lectura!


http://diskokosmiko.mx/MIA16/cuentos-y-relatos-20602/canasta-de-cuentos-mexicanos-b-traven,125020.pdf